- Ser un matón cuando juegas. Si tu juego incluye acciones no muy limpias, golpes, zancadillas... tranquilo, hombre.
- Comprar todo el equipo después de dos lecciones. Guarda la tarjeta de crédito hasta que estés seguro que sí te gusta el buceo, la tabla hawaiana, el snowboard, la esgrima, etcétera.
- Ser cortés en exceso. Los modales sociales deben ser realizados con elegancia y mesura. Decir 9 veces "¡salud!" después de 9 estornudos sucesivos no te hace un caballero.
- Escribir un poema en las tres primeras semanas de salir... y no quedártelo para tí. Su pelo puede efectivamente recordarte los primeros rayos del sol en la mañana. Pero esos rayos pueden desvanecerse, y no hay razón para dejar constancia de ellos.
- Encontrar el monto exacto para pagar. Buscar en tu bolsillo los 7 centavos no va a ayudar a hacer más rápido el servicio que te estén dando, ni a aquellos que están esperando después de tí. Haz un favor a todos y junta tus moneditas en casa. Cámbialas por efectivo una vez al año, e invita con ese dinero a tu novia a una cena que de otro modo no le podrías invitar.
- Marcar un correo electrónico como de "alta prioridad". Si Bill Gates puso ese botón allí no estás obligado a usarlo. Si de verdad es de alta prioridad... usa el teléfono.
- Gritar pidiendo una canción. Qué pena, pero el cantante sólo le está haciendo caso a la tetona que tiene enfrente. Mejor canaliza esa energía aplaudiendo.
- Sobrevaluando tus conocimientos. Sólo porque entiendes cómo funcionan los mercados globales y la política mundial, no tienes por qué hacerlo notar. A menos que estén en una situación especial -eres un doctor y estás explicándole a tu paciente lo que le pasa-, deja de pontificar. "Suficiente de mí..." es un buen punto de partida para una conversación.
- Hacer gestos obscenos. Es la mejor manera de asegurarte que vas a encontrarte al objeto de tu gesticulación en la siguiente luz roja.
- Hablar con los separadores de los baños de por medio. No hay asunto tan urgente que tengas que discutirlo con los pantalones abajo.
- Gritarle a un vendedor, seas tú su jefe o si te están tratando de vender algo.
- Pronunciar demasiadas palabras extranjeras. Perfecto, pasaste algunas semanas fenomenales en Estados Unidos, pero eso no te da licencia para intercalar palabras en inglés o spanglish en medio de tu conversación diaria. Hay un punto medio entre ser un snob y un etiquetado doctor de la Real Academia, descúbrelo.
- Enviar un correo electrónico mientras estás enojado. Esto entra en la categoría de cosas de las que siempre vas a arrepentirte hacer. Sigue esta regla: mientras más motivos tengas para escribir ese mensaje, más tiempo debe quedarse ese correo electrónico en la bandeja de salida, sin enviarse.
- No dejar que "te ganen" mientras manejas. Evita a los conductores irresponsables, no antagonices con ellos. Deja que pasen y míralos marcharse, no hay nada qué ganar.
- Ser maniático de la limpieza. Lavarte las manos luego de salir del baño es normal; desinfectártelas cada vez que sales de un taxi es compulsivo.
- Obsesionarte con tu equipo favorito. Si realmente te gusta un deporte muchísimo, haz una buena labor enseñándole a un niño a amar el deporte tanto como tú.
miércoles, 24 de enero de 2007
Señores, con tranquilidad
Todos tenemos impulsos. Sin embargo, hay algunos que tenemos que refrenar en nombre de nuestro propio bien y en el de aquellos que nos rodean. Aquí, una lista de actitudes que debemos evitar:
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