Puede se abrumador cambiar de hábitos de comida y de vida de golpe; por eso hay que plantearse dos preguntas:
- ¿Qué estoy dispuesto a hacer?
- ¿Cómo voy a empezar?
Por ejemplo, si quieres bajar medio kilo por semana, tendrías que ingerir unas 500 calorías menos al día. Puedes para esto quitarte una tercera parte del almuerzo y comerte una manzana en vez de un pastel. Pero para quemar 500 calorías con ejercicio, debes trotar una hora.
Si más que la rapidez, lo que te importa es el aspecto, el ejercicio es lo que necesitas. Este disminuye la grasa corporal y aumenta el tejido muscular. Quien sólo se pone a dieta, pierde normalmente ambos. Si realizas tanto la dieta como el ejercicio, indudablemente perderás más grasa que si sólo realizas la dieta.
El ejercicio es también la mejor opción para quienes no quieren volver a engordar. ¿Por qué? nadie le toma gusto a la dieta, mientras que hay gente que le empieza a gustar tener más actividad física que antes. Es más probable que la gente persevere en el ejercicio que en la dieta y que por lo tanto no vuelvan a engordar más.
Si te gusta cocinar, tienes un punto muy fuerta a tu favor. Cuando uno mismo se prepara la comida, se pueden calcular con exactitud los ingredientes, lo que facilita la reducción de grasas y calorías y el aumento de la ingestión de frutas, verduras y cereales.
Por último, ten en cuenta también tu experiencia: si has probado varias veces un método y no te ha funcionado, prueba con el otro. Cuando parece que nada va a conseguir que bajemos, tenemos que empezar a probar cosas distintas. Incluso cuando bajas de peso muy poquito, esta bajada se convierte en un aliciente, recuperas la confianza y te convences que puedes tener mayores logros.
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