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viernes, 2 de marzo de 2007

Dónde y cómo tocarla para volverla loca (2)

Arriba y abajo de su columna

Piensa en su espalda como una larga zona erógena. Recórrela con la yema de tus dedos desde la nuca hasta la raya de su trasero, haciendo énfasis en cualquier punto que la haga gemir. Si quieres graduarte de maestro, recorre de nuevo el mismo camino que hicieron tus dedos pero con la punta del pene. Delicado, sí, pero te anotarás unos puntazos por mérito técnico.

En su pecho

Los hombres normalmente pensamos en los senos de las mujeres como si fueran una diana de tiro al blanco: siempre apuntando al centro. Está bien, pero no olvides que tus bonos pueden aumentar también por recorrer el resto de la zona. Usa toda tu mano, y enfócate en todo el pecho. Ahuecar la mano conteniendo su seno en ella es especialmente bueno. También levantarlo con el movimiento, pero jamás lo empujes hacia abajo muy fuerte porque puede ser doloroso.

Fíjate también en el tamaño de sus senos, ya que a las mujeres les gusta pensar que tienen un buen tamaño. Puede ser muy excitante para ella sólo mirar hacia abajo y decir "mmm, esto se ve muy bien". Hacerlos moverse ligeramente está bien, especialmente durante el calor del momento. La palabra clave aquí es la suavidad. Sus senos pueden ser rodeados y cogidos suavemente en tus manos, no como pelotas anti estrés.

En su trasero

Muchas mujeres esperan que les agarren el trasero durante el sexo, y esperan que lo hagas firmemente. Ten una cosa en mente: los movimientos que levantan y separan las nalgas son mejores que aquellos que presionan o las juntan. Puedes usar tus manos para darle suaves palmadas. No todas las mujeres disfrutan cuando les hacen esto, pero hay algunas a las que sí. Si las palmadas se vuelven parte regular de tu juego sexual con ella, prueba a echar algo de crema fría sobre el área que golpeas: provocará un interesante contraste de sensaciones para ella y mitigará cualquier dolor que pueda sentir.

Sobre sus genitales

Cuando una mujer se masturba, usualmente descansa su muñeca sobre su bajo abdomen. Pero cuando tú estimulas sus genitales, estás obligado a doblar tu brazo y mano para alcanzar la posición correcta. La siguiente vez, intenta sentarte debajo de ella, con su espalda contra tu pecho. Rodéala con tu brazo y descansa tu muñeca sobre su pubis. Pero ten cuidado con el error que la mayoría de los hombres comete: confiar en un solo dedo. Necesitas usar al menos dos, y preferiblemente tres o cuatro. Y deben funcionar al unísono, como una brocha de pintor. Mantén la base de tu mano apoyada sobre el monte de su pubis, y dobla tus dedos para hacer movimientos circulares entre sus labios y entre su clítoris. Empieza lentamente, haciendo pequeñas pausas para crearle expectativa, y luego incrementa la velocidad a medida que su excitación aumente. Usa tu otra mano para jugar con sus pezones, o si lo prefieres, contigo mismo.

En su perineo

Este es el pequeño punto que está justo debajo de la abertura de su vagina. Hay un montón de terminaciones nerviosas en el perineo que responden bien a la presión ligera o al palmoteo suave. Si puedes alcanzarlo, ésta es un área grandiosa para estimular durante la penetración. Usa uno o dos dedos para aplicar presión con la misma fuerza con que apretarías el botón de un ascensor. Sé cuidadoso. El perineo está muy cerca a otra abertura - una a la que nunca debería entrarse sin invitación.

En sus genitales

¿Cuál es la única ventaja que pueden tener los dedos delgados y cortos sobre el órgano que fue diseñado específicamente para entrar en la vagina? Al contrario del pene erecto, ellos pueden doblarse y girar. Eso permite a los dedos enfocarse en un punto particular en la vagina, en la manera que un pene no puede. Usa los nudillos. El movimiento de ida y vuelta a lo largo de la pared frontal de la vagina es el mejor.

Pero no enfoques toda tu energía en un solo lugar. Es la zona alrededor del tercio inferior de la vagina la que tiene más terminaciones nerviosas, y es posible que tenga puntos sensibles en cualquier lado. Los movimientos circulares son un refrescante cambio de ritmo, dado que tu pene puede realmente moverse sólo en un movimiento de línea recta. Usar tus dedos para estimular puede ser difícil y delicado, no sólo porque ella siempre sabrá hacerlo mejor que tú. Si estás en duda, no le preguntes cómo hacerlo. Haz que ella te enseñe.

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