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lunes, 26 de marzo de 2007

Maneja tu ira

Cuando vamos convirtiéndonos en hombres, se nos enseñan varias cosas. Algunas de ellas, como el controlar nuestros temperamentos, son valores discutibles. La verdad es que la habilidad de permanecer en calma es útil en el mundo real. Pero cuando se trata de herramientas de negocios, la ira, el enojo, es irreemplazable cuando está bien utilizada. La clase de ira que manejas es la que hace la diferencia.

Imagina la escena: José -por llamarlo de alguna manera-, gerente de una empresa, se ha tomado un par de días para descansar alquilando un pequeño chalet frente a la playa, queriendo relajarse junto con su esposa. El chalet es muy bonito. La tarde está cayendo, y hay un par de hielos en cada vaso de whisky. "Esto está muy bien" dice José a su esposa, mientras se sienta en un sillón de la sala que tiene vista al mar. El teléfono suena. "Tengo que contestar" dice, y coge su celular. "Hola, Carlos" dice cordialmente. Mira a su esposa y le guiña un ojo.

Entonces, su cara se pone roja como un tomate, se agarra el cuero cabelludo, abre la boca y empieza a gritar. Su rostro entero se ha desencajado. Las palabra que dice no son importantes. Lo que está recibiendo el tipo al otro lado de la línea es pura cólera.

Después de 5 minutos, grita la última frase: "¡¿Entendiste?!", y cierra el celular dejándolo con un movimiento brusco en la mesa. Hay una pequeña pausa. Toma aliento, y en un tono tímido, dice: "Esto me va a dar algo en qué pensar, amor. ¿A qué hora salimos a cenar?". Y de nuevo es el esposo relajado en la casa de playa. Al cabo de una hora, el teléfono suena de nuevo y Carlos le informa que el problema ya fue resuelto favorablemente.

José, como otros gerentes exitosos, es un maestro del enfurecimiento estratégico. Usa la ira como un arma efectiva en su constante intento de controlar su universo. No es personal, son negocios.

***

Veamos ahora el otro tipo de ira, el que probablemente utilices.

Imagina ahora esta escena: Fabio está sentado con su gerente general. El está nervioso, su jefe está enojado. Las venas le saltan en la frente, y eso es todo un espectáculo porque éstas van desde las cejas hasta la nuca. "¡Voy a destrozar al animal ése!" - grita el gerente - "¡voy a demandarlo!".

Eso es lo que Fabio temía. Más juicios implican menos ganancias y por lo tanto menos distribución de utilidades. "No sé, Javier" dice Fabio al gerente; "deben haber otras maneras de arreglar esto".

"¡No me jodas!" grita el gerente en un tono terrible, quitándole el sentido a cualquier otra intervención de Fabio.

Y demandaron. Gastaron USD 800,000 en costos legales y aún están en ese lío. Es posible que el lío persista para cuando el hijo no nacido de Fabio termine la secundaria. Y todo porque Javier no pudo contener su no estratégica ira.

***

A continuación, un programa de 9 pasos para usar tu ira exitosamente:
  1. Siente el fuego. Estar enojado es bueno. Te mantiene alerta, certero, motivado.
  2. Mantén tu mente clara. No permitas que tu materia gris explote por tus oídos. ¡Piensa!
  3. Cuenta hasta 10. Es correcto. Es la táctica más vieja del mundo. La mayoría de gente llega hasta cuatro y luego dispara sus armas. ¿Tú no, verdad?
  4. Planea. Es exactamente cuando estás por destrozar la mesa en que necesitas una estrategia articulada.
  5. Cuida tu úlcera. No le des demasiado tiempo al problema.
  6. Coordina con la caballería. Habla con otra gente. Ellos podrán compartir tu ira o no. Si no lo hacen, puede ser hora de enfriarse. Si se unen a tí en tu ira, tendrás aliados.
  7. Refina el plan. Sí, más estrategia. La ira es un combustible. Necesitas combustible para lanzar un cohete. Pero si todo lo que tienes es combustible sin ningún mecanismo que lo dirija, no tienes un cohete. Tienes una bomba.
  8. Escucha a los miedosos. Podrían tener razón.
  9. Ve al cuello. Con la ira correcta de tu lado, eres imbatible. Y aún si no, estás preparado, tienes aliados, y sabes que lo estás por todas las buenas razones que el tiempo y el pensamiento estratégico te han provisto.

***

Hace un par de semanas, Guillermo recibió en su escritorio el borrador de un documento que era importante para él. Pero no lo podía creer. La carátula estaba al revés. Los cuadros y los gráficos estaban mezclados al azar, sin orden. Y se debió a que el gerente se había ido. Guillermo miró esa basura y la botó.

No planeó. No pidió consejo. No hizo ninguno de los 9 pasos descritos arriba. Simplemente llamó a las tres personas encargadas del trabajo y amonestó fuertemente a cada uno. Las venas de su cuello saltaban, sus ojos se salían de las órbitas y se paseaba gritando por su oficina.

"¡Nunca!" gritaba; "¡nunca había visto un trabajo tan terrible, tan pésimente hecho! ¡Quiero que sea rehecho completamente y que esté de vuelta en mi escritorio a las 3:30! ¡Mejor a las 2:30!".

A las 2:14, los tres estuvieron de vuelta en su oficina, y allí estaba, un documento perfecto. Todos lucían muy apenados. Nadie escupió en la bebida de Guillermo, nadie hablaba entre dientes; sólo sonrieron tímidamente cuando él llenó de elogios el trabajo nuevo. La siguiente vez, todos serán más cuidadosos cuando le entreguen algo. Y así es como debería ser.

Guillermo tiene un carácter fuerte, y no tiene miedo de usarlo. Cuando es apropiado.

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