
Quejas suplicantes y persistentes
"Papá, por favor, carriiiiito" o "voy a pedirlo una vez más".
Primera regla de las respuestas a las quejas: siempre mantente en calma en público. Elias sugiere decir "puedes pedírmelo mil veces y mi respuesta siempre será la misma. Tenlo en cuenta. Cuando estés allí, pídemelo otra vez y te diré lo mismo".
Quejas enérgicas
"¡Quiero tenerlo!" o "¡se lo voy a pedir a mi mamá!"
Nunca debatas enfrente del quejumbroso. Los padres deben dar una imagen de unidad frente a él aún si están en desacuerdo, dice Elias. Si el chico ya se salió con la suya, di "puede estar bien ahora, pero mamá y yo hablaremos acerca de esto y puede que no esté bien la siguiente vez".
Quejas amenazantes
"No me voy a mover de aquí hasta que me lo compres"
La clave aquí es el autocontrol. Elias sugiere decirle que se le quitarán privilegios: "si no te mueves en un minuto, no habrá Nintendo por dos días". Mientras más se ponga terco, más privilegios perderá y por más tiempo.
Quejas zalameras
"¡Por favor! ¡tú eres el mejor papá del mundo!"
"Así es, hijo. Es porque te quiero mucho. Y ése es el por qué no te dejo hacer algo que pueda lastimarte".
Quejas manipuladoras
"¡No te quiero!"
No se lo estás permitiendo porque cuidas de él, y porque cuidas de él, no puedes ceder. Mantente firme y no discutas. Un poco de culpa no lastima tampoco: "Me gustaría que me quieras, porque yo te quiero".
Quejas por compasión
"¡Todos me van a molestar si no tengo uno!"
Ve y confórtalo, y luego pon mano de hierro. Y convierte en una lección el cómo manejar el ser molestado. Si tu hijo puede enfrentarse al que lo molesta, éste buscará un objetivo distinto.
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