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lunes, 22 de enero de 2007

8 razones por las que sigues gordo a pesar de todo

Tratas de cuidarte en lo que comes, haces ejercicio... entonces, ¿porqué sigues con esa panza? Las razones más comunes son las que siguen a continuación:

1. Pasas hambre

Recortando drásticamente las calorías que ingieres, haces que tu cuerpo trate de conservarlas en vez de quemarlas. También fuerzas a tu cuerpo a acabar con tu tejido muscular para poder tener energía suficiente para sus operaciones vitales. Pero ése músculo es la llave de tu metabolismo, pues determina la velocidad a la cual quemas las calorías. Más músculos, más rápido tu metabolismo, menos grasa corporal.

Solución: Necesitas necesariamente bajar el número de calorías para perder peso (elimina 500 de un solo golpe quitándote una lata de cerveza, 30 papitas fritas y galletas rellenas de tu dieta). Pero necesitas asegurarte de estar ingiriendo al menos 1,600 a 1,800 calorías cada día para mantener tu metabolismo alejado del colapso. Y nunca elimines proteinas de una dieta. Si tu vida es sedentaria y pesas 100 kilos, necesitas alrededor de 75 gramos de proteina (como dos pechugas de pollo) al día para preservar tu musculatura. Si estás levantando pesas, hazlo dos veces por semana.

2. Comes a 100 por hora

Probablemente comas tan rápido que tu estómago no tiene tiempo para avisarle a tu cerebro que le debe decir a la boca que deje de tragar antes que la barriga te explote.

Solución: Intenta esto en tu siguiente comida: después de cada mordisco, mastica, traga, pon el tenedor en el plato y toma un sorbo de agua. Toma nota de cuánto te toma comer. Durante las comidas subsiguientes, demórate lo mismo para comer, sólo que sin hacer el ejercicio. Otro truco para alargar la comida, para aquellos que comen con amigos o compañeros de trabajo: apaga la televisión, cierra el periódico o la revista, y ten una buena conversación.

3. No ingieres fibra

La mayoría de panes procesados y cereales contienen poca fibra, el componente libre de calorías de los alimentos vegetales que te llena y no te engorda. Además, los alimentos ricos en fibra ayudan a controlar la glucosa en la sangre y los niveles de insulina.

Solución: Disminuye las papas en cualquiera de sus formas (especialmente las fritas). Los expertos dicen que las papas aumentan la concentración de glucosa en la sangre, como lo hacen los snacks, el pan blanco, cereales para el desayuno bajos en fibra, y barras de cereales para el desayuno. Los cereales de grano entero, nueces y frejoles están permitidos.

4. Tus ojos están demasiado tiempo abiertos

Privarse de dormir el tiempo adecuado disminuye la cantidad de grasa utilizada y la conserva en el cuerpo. Investigadores encontraron que hombres saludables que durmieron sólo 4 a 7 horas por noche durante 6 días seguidos tenían niveles más altos de glucosa e insulina en su sangre. Este es un terrible estado metabólico para un hombre que está tratando de perder peso, porque el excedente de insulina incrementa el almacenamiento de grasa.

Solución: Duerme 8 horas cada noche. Establece una hora fija para acostarte y para levantarte. Escoge la hora a la que debes levantarte la mayoría de días, y asegúrate de estar en la cama al menos 8 horas antes.

5. Tus porciones son demasiado grandes

Un estudio reciente sobre personal militar que incrementó sus ejercicios durante un período de tres años encontró que habían ganado peso a pesar del aumento progresivo de sus esfuerzos. ¿Por qué? la comida, probablemente. Simplemente comían más de lo que quemaban.

Solución: Lo último que quieres escuchar, sobre todo de una mujer, es que el tamaño sí importa. Lo cierto es que controlar el tamaño de la porción que te sirves es absolutamente esencial para perder peso. Y la mejor manera de controlarla es limitar cuán seguido comes fuera. De acuerdo al Tufts University Health & Nutrition Letter, una sencilla comida de restaurante podría frecuentemente alimentar a una familia entera. Un plato de pasta en un restaurante italiano puede incluir tranquilamente 8 porciones de una taza. Un plato de costillar puede tener medio kilo de carne, más de cinco porciones sencillas. Y un rollo de canela relleno con nueces en un restaurante pequeño puede tener 1,100 calorías, que es más de la mitad de las calorías a ingerir sugeridas en cualquier dieta típica para perder peso.

6. No sabes bien cómo preparar alimentos

Las habilidades de un hombre no deben reducirse a saber arreglar artefactos eléctricos, o a los rudimentos de mecánica, o a arreglar pequeños desperfectos caseros. Si tu habilidad en la cocina se reduce a poder marcar más rápido que nadie el número de teléfono de Kentucky Fried Chicken, estarás condenado a una dieta de grasa, sal, pan blanco y azúcar.

Solución: Entra a la cocina; es el cuarto que tiene un horno, un lavadero y un refrigerador. Abre tu congelador. Debes poder encontrar allí verduras y frutas. Mira tus reposteros. Debes poder encontrar verduras enlatadas, sopas bajas en grasas y fruta seca. Estas comidas te ayudan a perder peso porque te llenan pero son bajas en calorías. Y lo mejor de todo, no necesitas mucho más que un abridor de latas y un microondas para comerlas (la vajilla es opcional). Esto te deja más tiempo para tu auto y para arreglar la lámpara.

7. Estás seco

¡Un vaso más! ¡un vaso grande y helado de... agua!. Cuando estás tratando de perder peso, el agua es tu compañero de trabajo ideal. La necesitas para evacuar los desechos que tu cuerpo produce cuando quema la grasa para obtener energía, o para procesar proteínas. La necesitas para transportar nutrientes a tus músculos. La necesitas para ayudar a tu sistema a digerir la comida y mantener tu metabolismo funcionando. Y el agua te ayuda a evitar el sobrecalentamiento de tu cuerpo cuando haces ejercicio intenso en días calurosos.

8. Eres un creído

Hay gente que logra bajar 5 ó 10 kilos y empieza a pensar que es un campeón perdiendo peso. La siguiente vez que se los ve, han vuelto a comer pizza y a tomar cerveza... y su peso anterior también regresó.

Solución: ¿Recuerdas la película "Retroceder nunca, rendirse jamás"? Bueno, aplica esta frase a tus hábitos de comida y a tu dieta. Cada kilo perdido es un kilo que has bajado con esfuerzo, no cedas por nada del mundo. Con cada 5 kilos que bajes, siéntate y reajusta tu dieta y tu programa de ejercicios basado en tu nuevo peso y tu nivel de actividad.

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