
Tres cosas que no sabías
1. Puedes fortalecer el centro sin mover un músculo. Mientras que la mayoría de los músculos te impulsan, el centro resiste el movimiento: por ejemplo, para proteger tu columna cuando giras el tronco. Así que no te sorprendas de cuán duro es mantenerse en esta rutina. Estás condicionando al centro de tu cuerpo para que haga su trabajo más efectivamente.
2. El estar encorvado sabotea tus abdominales. Entrenar tu zona central ayuda a corregir tu postura. Pero una hora a la semana dedicada a esta zona no puede compensar las 48 horas que pasas doblado sobre el teclado de tu máquina. La clave: mantente recto en relación con tu cadera y mantén la cabeza arriba y los hombros atrás a lo largo del día.
3. Los músculos del centro se contraen primero en todos los ejercicios. Toda la energía que ejerces se origina en tu tronco antes de ser transferida a tus brazos y piernas. Por lo tanto, un centro débil reduce la cantidad de fuerza que eres capaz de aplicar a una mancuerna. Cada vez que hagas rutinas de brazos o piernas, pregúntate si estás ejercitando tu zona central tan duro como puedes.
Ejercicios:
Puente lateral.
Puente frontal con levante diagonal del brazo: Asume una posición modificada de las planchas (lagartijas) con tus pies separados al mismo ancho de tus hombros y los antebrazos en el suelo. Manteniendo el tronco recto, lleva tu brazo derecho en diagonal hacia la posición de las 2, como en un reloj de manecillas. Manténlo por dos segundos; luego baja y repite el movimiento con tu brazo izquierdo pero hacia la posición contraria (la de las 10). Ambos movimientos son una repetición. Tu codo debe formar un ángulo de 90º y estar directamente debajo de tus hombros.

Bajada de pierna: Échate sobre la espalda con tus piernas rectas extendidas hacia arriba. Manteniéndolas derechas, baja tu pierna izquierda hasta que tu pie esté a unos 10 centímetros del suelo. Regresa a la posición inicial, y luego repite con la pierna derecha; ambos movimientos son una repetición. Toma en cuenta el mantener tu talón alejado lo más posible de tu cadera mientras bajas la pierna. Mantén el pie doblado hacia tí.

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